POEMARIO GANADOR DEL PRIMER CONCURSO DEPARTAMENTAL DE POESÍA DEL CONSEJO EDITORIAL DE AUTORES BOYACENSES, TUNJA, 1995.
¿Quién me otorgó este escudo de miedo?
¿Quién me prestó esta colcha de retazos?
¿Quién trazó esta calle de desventura?
Ni artífice,
ni testigo de nada.
Voy por ahí,
Tocando las puertas,
Mendigando el pequeño amor,
Esperando la noche,
Soñando la gloria.
Me regalaron las manos,
La boca.
Fugaces herramientas de trabajo.
Nadie presta la flauta,
Ni empeña el martillo.
Cundo quiero ganarme el pan
Con mínimo esfuerzo,
Me atenazan a preguntas:
¿Qué sabe hacer?
¿Carga lavazas?
¿Embola zapatos?
¿Destapa alcantarillas?
¿Lava ropas?
¿Remienda ollas?
El temor asalta los ojos
Odio el canario
Detesto la abeja
Escupo la rosa.
TEMER LA INOCENCIA
Teme la inocencia de los condenados
Por crímenes de amor.
La calle se llena de pasos
Y las horas recuerdan oficios de verdugos.
Teme la seguridad perversa
De quienes hacen de la noche su feliz palacio.
Helado viento devuelve la muda memoria
De los dedos,
Repasando la espalda de la sombra.
Teme el llanto del arrepentido
Que escupe el agua que beberá en la madrugada.
La sonrisa es signo infalible del que sufre
Mortales e innecesarios disparos de amargura.
Teme la exactitud del deseo
Si la boca apresura la complicidad del pensamiento.
Noche sometida al azaroso descanso:
Eternidad fabricando sueños de gloria.
VIAJERO DEL VIENTO
Soy viajero del viento
Que trae los ecos de un lejano río:
Debo decir tres o cuatro palabras
Y marchar a reunirme con la sombra.
Este crujiente lecho repite
El estrépito de la campana:
Si me hubieran regalado una hora de silencios
Mi corazón se conformara
Con la segura repetición de rezos.
Hay tantos muertos caminando conmigo
Que no hay certeza que la escalera
Sube o baja.
Espero una palabra de compasión
Cuando siento el tenue llamado del amor,
Pero ningún viajero golpea la puerta de la casa en vano,
Teme la sonrisa complaciente
Del que tira las sobras de un espumoso vino.
Una voz ebria le devuelve el sórdido destino
Del canalla y su vida
-como siempre-
se deshace en oscuras cenizas,
en restos, en migajas…
DESNUDA CANCIÓN
Soy la eterna reivindicación del mendicante
Me hacen barro y rescoldo.
Golpean los caminos al paso del silencio,
Los lejanos designios.
Aún me preguntan,
Que si estoy vivo.
Respuesta incompleta
En la sabia decisión del que juzga.
¿Quién se interesa por este lamento
que llama a sordas puertas?
A veces lloro ajenas ternuras
Y en la madrugada escucho
El grito de la muerte.
Descorro cerrojos,
Abro ventanas y ataúdes
Y en ellos busco mi pequeño espejo:
Soy sombra repetida en otra sombra,
Mucho más perversa.
Ordenan disparar en mi contra
Y me traiciona el mejor amigo.
Aplaudo el paso de la vida,
Siento el aroma del soldado,
Me aferro a la duda,
Digo este es el instante
Y alisto el frágil cuerpo
Para el eco del disparo.
IRE A OTRA CIUDAD
Alegría del que sufre una pena de amor:
Le niegan la pequeña luz de la inocencia,
Le inventan pesares,
Le suman desgracias.
Detienen el agua debajo del puente:
Oficio inútil construir barcos de papel,
Elevar cometas,
Escribir versos,
Cantar himnos.
El amor repite la memoria de los ciegos:
Palpar paredes,
Retomar olores,
Cerrar ventanas,
Descubrir esquinas.
El tenaz paso de la noche,
Inventa un nuevo mundo
Penumbra de farol
Desierto taconeo,
Brillo de puñal,
muerte repentina.
Martingalas,
artilugios,
bazofias …
la ciudad duerme
el sueño de los justos.
CINTURA
Bajo la tersa cúpula
De tu carne hecha capullo,
Se erige tu hermosa curva de fuego
Que hace cenizas
La dulzura precoz de tu camisa
Yo que soy imperfecta recta del silencio
Amo la curva simpar
Que rompe el doble techo que me abriga,
Sueño el niño que acaricia lentamente
El fresco instante de tu cintura
Y fuera osado buceador de pequeños mares
Si me dejaras penetrar el tibio musgo
Que crece vertiginoso en el ángulo angelical
Que sostiene tu inmaculada niñez
Cuando me miras.
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